
Era las dos de la tarde de un día de principios de octubre, no había nubes en el cielo, la temperatura era de aproximadamente 22 grados, las condiciones perfectas para realizar mi caminata. No tengo un destino, pero sé que lo tengo que hacer, mi espíritu nómada me obliga. Salgo de mi casa, cierro el portón y empiezo a caminar tranquilamente. Empiezo a fijarme en las otras personas, todas caminando de forma acelerada, casi corriendo. ¿Seré yo él que va muy lento? Prefiero no pensar en eso ahora. Sigo avanzando sin rumbo, no sé como algo tan simple puedo llenar tanto mi existencia. Cualquier persona podría pensar que no tengo nada más que hacer, pero la verdad es que no es así, tengo muchas ocupaciones, pese a esto siempre organizo mi tiempo para mis pequeños gustos.
Ya llevo 4 horas caminando y es impresionante como esta ciudad puede cambiar tanto de una cuadra a otra. Me interno en galerías perdidas en el centro, no se si voy para arriba abajo, el sur o el norte. Estoy en una de estas galerías, una galería desierta, creo que llevo días acá, camino y camino y no encuentro la salida. Mi barba ya es espesa y huelo muy mal, mis nociones están muy distorsionadas, me duele mi cuerpo, ya no puedo cargar con todo esto. ¡Quiero salir! ¡Quiero salir! Me encontré con un anciano, era demasiado tiempo que no veía un rostro. Me dijo q ya faltaba poco para salir de todo esto, que no perdiera la fe, pero que el final no sería lo que yo esperaba. Pocos días después pude apreciar la salida unos 100 metros mas adelante. Corrí, corrí y corrí, ya vendrías tiempos mejores, todo iba a cambiar. Al salir había una casa, me era muy familiar, y como no, si era mi casa.
Ya llevo 4 horas caminando y es impresionante como esta ciudad puede cambiar tanto de una cuadra a otra. Me interno en galerías perdidas en el centro, no se si voy para arriba abajo, el sur o el norte. Estoy en una de estas galerías, una galería desierta, creo que llevo días acá, camino y camino y no encuentro la salida. Mi barba ya es espesa y huelo muy mal, mis nociones están muy distorsionadas, me duele mi cuerpo, ya no puedo cargar con todo esto. ¡Quiero salir! ¡Quiero salir! Me encontré con un anciano, era demasiado tiempo que no veía un rostro. Me dijo q ya faltaba poco para salir de todo esto, que no perdiera la fe, pero que el final no sería lo que yo esperaba. Pocos días después pude apreciar la salida unos 100 metros mas adelante. Corrí, corrí y corrí, ya vendrías tiempos mejores, todo iba a cambiar. Al salir había una casa, me era muy familiar, y como no, si era mi casa.